“Escribir: para no dejarle el lugar al muerto, para hacer retroceder al olvido, para no dejarse sorprender jamás por el abismo. Para no resignarse ni consolarse nunca, para no volverse nunca hacia la pared en la cama y dormirse como si nada hubiera pasado” (Hélène Cisoux, 'La llegada a la escritura', fragmento).

sábado, 4 de junio de 2011

Anoche soñé que te amaba (Claudia Montero - 2011)


Anoche soñé que te amaba en una vieja barcaza de madera azul y verde anclada a orillas de un río.
Los encuentros, como en una insuperable película antigua en blanco y negro, incluían un extraordinario coñac, un  mejor libro para compartir, la música conmovedora de tambores y armónicas, ensambladas y reproducidas por un pasado de moda reproductor de cassettes.
Nuestros cuerpos descubriéndose entre vaivenes ondulantes, palabras, olor a madera y a coñac. Acorralados además por la suavidad deliciosa de una canción.
Desperté…
Sigo amando la barcaza de madera azul y verde anclada a orillas del río.

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