¿PARA QUÉ NOS SIRVEN LOS EXTRANJEROS?[1]
JORGE LARROSA
Mantener despierto el dolor y provocar el deseo (...), esa
es la tarea del verdadero educador en nuestro tiempo.
(M. BUBER)
El extranjero te permite ser tú mismo haciendo, de tí, un
extranjero.
(E. JABÈS)
La comprensión, se nos dice, tendría una estructura reflexiva, sería
algo así como un movimiento de ida (hacia el otro) y de vuelta
(hacia uno mismo). Toda comprensión es retorno, dice Gadamer
siguiendo a Hegel: “Reconocer en lo extraño lo propio, y hacerlo familiar,
ese es el movimiento fundamental del espíritu, cuyo ser no es sino el
retorno a sí mismo desde el ser del otro”. Y Ricoeur, como en un eco:
“Es el crecimiento de la propia comprensión de sí mismo (del intérprete)
lo que éste persigue a través de su comprensión del otro. Toda hermenéutica
es entonces, implícita o explícitamente, autocomprensión por
medio de la comprensión de otros”.
En la comprensión, el movimiento hacia el otro sería un momento
mediador de la relación del intérprete consigo mismo. El otro no sería
sino un rodeo, quizá necesario, en la permanente construcción y reconstrucción
de lo mismo, la diferencia no sería sino un medio para el
fortalecimiento de la identidad, la negatividad no sería sino un momento
en el proceso de constitución de un sentido positivo, la comprensión del
otro no sería sino una parte del trabajo requerido para el crecimiento de
la autocomprensión. La estructura de la comprensión configuraría así al
otro como un elemento en el juego de lo mismo, un juego en el que su
identidad estática quedaría provisionalmente afectada por una cierta
negatividad más o menos trucada de modo que el otro quedaría determinado
como el lugar de una cierta resistencia en el que el intérprete se
afectaría a sí mismo, se alteraría hacia sí mismo. Esquemáticamente:
Mismo (Otro) = Mismo.
Desde este punto de vista, quizá la locura no sea sino lo otro en
relación a lo que la razón construye la imagen que tiene de sí misma,
quizá la infancia no sea sino lo otro en relación a lo que la madurez
construye la imagen que tiene de sí misma, y quizá los extranjeros no
sean sino los (culturalmente) otros en relación a los que nosotros estamos
empezando a fabricar una imagen de nosotros mismos, de nuestra cultura
y de nuestra casa en la que podamos reconocernos de una forma relativamente
confortable.
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