“Escribir: para no dejarle el lugar al muerto, para hacer retroceder al olvido, para no dejarse sorprender jamás por el abismo. Para no resignarse ni consolarse nunca, para no volverse nunca hacia la pared en la cama y dormirse como si nada hubiera pasado” (Hélène Cisoux, 'La llegada a la escritura', fragmento).

viernes, 13 de mayo de 2011

Tiempo

Nos desliza, nos detiene,
nos acelera, nos entorpece.
sin darnos pausa, desautoriza nuestra pereza.
Tiempo impertinente que irrumpe
en el silencio y en el bullicio.
En la calma de una caricia
y en la exaltación del carcajeo.
Tiempo acorralando nuestro Ser,
enajenando emociones y razones.
Tiempo que permite y que prohibe,
que anuda y que libera.
Tiempo que nos desafía al encuentro
con el otro, con nosotros.
Tiempo que en medio de la nada
o sumergido en una muchedumbre,
nos ofrece la posibilidad del suceso.
Más allá del resentimiento o el gozo
nos concede la existencia para que con ella,
goteándose en diferentes ritmos,
tengamos las treguas del durante.

Claudia Montero  (2011)

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